Antes de llegar a la FJU, realmente era una chica triste y con odio hacia mi mamá por causa de la separación con mi papá. Pasó un tiempo y nos mudamos a otra provincia.
A causa de que ella trabajaba todo el día, me quedaba en la casa de mi tía. Fue ahí donde sufrí de varios intentos de abusos. Esto hizo que empiece a ser tímida y pase a odiar a todos los hombres.
Era tan grande el vacío que existía en mi interior que con tan solo 13 años frecuentaba boliches, fumaba, tomaba alcohol y comencé a relacionarme con chicos mucho más grandes que yo.
Para todos era la chica “buena onda”, la que nunca tenía problemas, pero la verdad era todo lo contrario. Mientras estaba sola, vivía llorando, queriendo un cambio en mí, sin poder encontrar una solución.
A lo único que me llevaba a pensar toda esta situación era que no valía la pena, que Dios no existía, si no, no debería estar pasando por esta situación.
Así fue que conocí la FJU. Pude darme cuenta que los chicos eran diferentes, me trataron tan bien que me dieron ganas de seguir concurriendo. Viendo que había una solución, empecé a perseverar. Así logré perdonar, fui libre de todo lo que me hacía mal y el vacío que había dentro de mí no existe más. Hoy tengo una muy buena relación con mi mamá.
Realmente en la FJU encontré la felicidad.
