A los 12 años comencé a frecuentar boliches y fiestas hasta involucrarme en los vicios del alcohol, cigarrillo y drogas. Así mi vida comenzó a empeorar y se sumaron la soledad, el nerviosismo, las pesadillas y las peleas constantes en mi casa por problemas económicos. Surgieron en mí deseos de perforarme y tatuarme el cuerpo. Con todos estos problemas creí que la única solución era la muerte por lo que intenté quitarme la vida varias veces, me cortaba las venas con vidrio para sentir alivio y placer.
Pensaba que ese era mi destino hasta que me invitaron a la FJU y mi vida fue transformada. Fui libre de los vicios y tormentos espirituales, mi familia fue restaurada y hoy puedo decir que encontré la verdadera felicidad.